domingo, 4 de abril de 2010

Semana Santa ... santa semana!!



Por fín llegó. Cuánto tiempo esperandola y que rápido se pasa ... la muy puñetera.
Nos hacían falta unos dias de desconexión (supongo que a los demás les pasará igual) después de un invierno duro en tantos aspectos y no sólo en lo meteorológico.
Desde octubre no íbamos por Denia así que se hacía obligado dar una vuelta por la casa a pesar de que ésta no suela ser la época de mejor tiempo.

Para empezar, los líos con la ropa. Como en abril nunca sabes cómo va a estar el tiempo, siempre tienes dudas de que llevar. Por eso me gusta tener todo tipo de ropa allí. Por eso y para no tener que llevar muchos "bultos".
El fin de semana no pudimos marchar porque el lunes Elena tenía que entregar unos papeles en el ayuntamiento inexcusablemente. Eso sí, en cuanto terminó con sus gestiones yo estaba más preparado que Fernando Alonso apunto de comenzar un Gran Premio.

No había casi nada de tráfico pero ... ¡obras, queridas obras!, poco antes de Tarancón tuvimos una preciosa y acogedora parada en la vía pública (patrocinada por Medio Ambiente) para poder admirar el bonito paisaje anexo a la carretera de Valencia. El resto del viaje fue cómodo y sólo alterado por el correspondiente paso por caja en el peaje de la A7 y por la parada de rigor para repostar carburante, esta vez no para el coche sino para nosotros. Tuvo el gran honor de que mi querida esposa y yo mismo visitaramos sus instalaciones un pequeño restaurante que hay cerca de Buñol y en el que por un módico precio puedes dar buena cuenta de de diferentes platos combinados ó en su defecto el correspondiente bocata de jamón que sabes que nunca te defraudará.

Al llegar a Denia, qué ganas, antes de pasar por casa parada en el Eroski cercano y a llenar el carro (porque siempre lo llenamos, vayamos para un finde, para una semana ó para un mes).

Un ratito después ya estabamos admirando nuestro precioso jardín, recién podado por Paulino. El palmito enorme, las buganvillas un tanto perjudicadas por el frio de este invierno pero resistiendo como campeonas, los aligustres hechos ya unos auténticos arboles (qué vamos a hacer con ellos?), mi favorito, el rosal, a punto de comenzar una explosión de colores.
Como somos humanos y un poquito envidiosos enseguida nos fijamos que nuestro jardín estaba mucho más bonito que la selva del vecino y Ohhhh, sorpresa, han pintado la fachada del edificio y ha quedado espectacular, hurra por María y el resto de la junta de comunidad!!

La casa estaba helada, pusimos rápidamente todos los radiadores, nos cambiamos de ropa y .... a la playa!!
Por la noche, 2 horas pegándome con el p. TDT ... sin mucho éxito. Ante la duda de que estuviera estropeado, a la mañana siguiente a comprar otro. De paso aprovechamos para darnos una vuelta por Marqués de Campo (la Gran Vía de Denia) y a eso de las 13:00 qué mejor cosa se puede hacer que ... sentarnos a tomar un vermuth en una terraza (guau, me supo a gloria, todavía hoy me estoy relamiendo).

Las mañanas solían transcurrir entre paseos por la playa, salida a comprar el pan y el períodico y de vez en cuando una cerveza en la terraza del Teneré, restaurante de una familia holandesa, junto a la playa, en donde es fácil encontrar alguna mesa con ingleses o alemanes todo rojos por el sol.

La tarde del miercoles me apreté un chocolate con churros en "Valor" que estaba de rechupete, mientras consultabamos los correos electrónicos aprovechando que es zona wifi de libre acceso. Después y para bajar la merienda practicamos un deporte de alto riesgo: "zapatering" que como su nombre indica consiste en pasar por distintas zapaterías con el riesgo de que Elena compre un par de zapatos más. Afortunadamente ese día pudimos salir ilesos.

El jueves Elena pasó un día bastante puñetero con dolor de tripa. Yo aproveché para hacerme un recorrido más largo de lo normal. Llegué más allá del "Palmar" la urbanización en la que habíamos estado de alquiler en los primeros años de veranear en Denia. Después de comer, una cabezadita, luego un rato de lectura de un libro de la sueca Lackberg y por último salida en bicicleta. Por la noche cayó nuestra bebida favorita, el gin tonic.
Elena creo que lo ha pasado muy bien, exceptuando lo de la tripa del jueves, el resto del tiempo ha descansado que falta le hacía. Despues del añito que lleva con lo de Fernando, la marcha de la academía, lo de Carlos, tenía bien merecido un buen descanso.

El viernes, con Carlos y Mª Jesús nos hicimos un bonito recorrido por la zona de las Rotas. Es un camino precioso de varios kilometros que va bordeano el mar. Es una zona que no es de playa sino de rocas, lleno de pequeñas calas, al pie del Montgó. En él hay varios restaurantes con unas vistas increibles al mar. Intentamos reservar en tres de ellos para comer el sabado y los tres estaban completos ... ¿crisis, qué crisis?.
Después del paseo, para recuperar fuerzas, una pinta en "el irlandés".

El sabado, cayó un arroz negro y una sepia a la plancha en la Casa del Arros, en la que sí había podido reservar y antes de volver a casa pasamos por Mercadona a por una coca para los compas de mesa (Salvatore no digas nada que es sorpresa).

Y el domingo para Madrid y colorín colorado ...

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